Emprender un camino de crecimiento en personalidad con el objeto de agradar o de atraer las miradas ajenas es tener asegurado el fracaso. La razón es inherente a la misma definición de personalidad, puesto que la independencia con respecto al medio social hace parte vital de la personalidad madura, no se puede ser libre para pensar, para sentir y para actuar, es decir dejar de lado la opinión externa, y al mismo tiempo, ser libre de pensar, sentir y actuar para que la gente piense de une, lo admire y lo acepte.
Cuando al término personalidad le añadimos las palabras atractiva, seductora, magnética, cautivadora, carismática, tácitamente hacemos referencia al impacto que una persona causa en otras. Es muy grato, incluso muy deseable, causar un efecto positivo en los demás, pero este debe ser una consecuencia natural, no buscada. Cuando se persigue algo se convierte en obsesión y las obsesiones generan angustia, no felicidad.
Las joyas características de una personalidad cautivadora, se concentran en once brillantes salones de un palacio, once fuerzas del poder humano:
- Conocimiento de si mismo.
- Optimismo y preferencia por las emociones positivas.
- Facilidad para amar y sentirse amado.
- Mentalidad abierta y expansiva.
- Interés por el conocimiento.
- Inteligencia interpersonal.
- Soberanía interior.
- Proyecto de desarrollo y goce.
- Disposición para divertirse y sentido del humor.
- Amor por el estudio y por el trabajo.
- Imagen personal integral que proyecta.
Nos vemos en una próxima oportunidad si Dios me lo permite.