La observación se realiza principalmente por el sentido de la vista. En ésta residen los condicionantes externos del color y el volumen y la forma en que ambos se relacionan alterando la percepción de aquello que observamos. En la observación también influyen otros sentidos como el gusto, el olor, el tacto…
En el ejercicio de la observación se debe extraer lo añadido de lo original para no dejarnos llevar por aquello que es pura apariencia. Para ello es necesario elaborar un guión que incluya los detalles más importantes que deben centrar nuestro estudio y diseñar unas fichas "ad hoc" que incluyan y almacenen todo lo observado.
El orden de la observación debe ser el siguiente:
• La imagen externa y la expresión.
Lo primero que se percibe es el movimiento (expresividad corporal y gestual): la forma de caminar, hablar, sentarse, levantarse. A continuación somos conscientes del olor, seguido por el volumen, el color y las formas.
• Observación de las actitudes personales
Las actitudes personales son las más difíciles de observar porque requieren un mayor tiempo de observación para que las conclusiones se aproximen lo máximo posible a la realidad. La asesoría de imagen presta mayor atención a:
- Cordialidad, para la capacidad de la relación social.
- Discreción, para el mantenimiento de la relación social.
- Generosidad, para ser un anfitrión de éxito.
- Observación de la buena presencia y saber estar.
Independiente del entorno en que se encuentre el cliente, éste siempre ha de “saber estar” y tener buena presencia. Esto está en relación, por una parte, con la imagen externa y, por otra, con la expresión y actitudes. Las habilidades sociales deben basarse en:
o Saludos y presentaciones.
o Orden de precedencias.
o Su comportamiento como invitado o anfitrión.
o Su capacidad para la conversación social.
Una vez que se ha recogido toda la información detallada del cliente (cuestionarios, fichas, vídeos, fotografías, informes), junto con los parámetros que nos ha facilitado el proceso de observación, estamos en las condiciones óptimas para elaborar las conclusiones que contribuyan a mejorar la imagen del cliente. Es el momento de presentar al asesorado el resumen de los objetivos, junto con las propuestas y planificación de las distintas sesiones.
No hay que olvidar que la asesoría de imagen tiene como prioridad embellecer y que el cliente esté satisfecho con su propia imagen, por lo que las conclusiones a las que lleguemos después del estudio deben siempre potenciar lo positivo y corregir o disimular lo negativo siempre en consonancia con la propia personalidad del asesorado.
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